lunes, 11 de mayo de 2015

No es suficiente la indignación


El ciudadano, hasta ahora adormecido o desquiciado ante su incapacidad de influir en su futuro, ha despertado ante una realidad presentada como inmutable, y reclama más espacio dentro del debate público.
Este tipo de manifestaciones son cada vez más frecuentes.

Por: José David Pacheco Martínez

Los procesos de reivindicación de valores sociales; la exigencia del cumplimiento efectivo del papel garantista del Estado; el rechazo colectivo a las formas como se vienen manejando los recursos de la nación; el surgimiento de nuevos movimientos políticos y sociales encaminados hacia la ruptura total de esas estructuras corruptas enquistadas en la administración pública, que han ido históricamente en aumento de la riqueza de unos cuantos y en detrimentos de muchos; que se han originado a lo largo y ancho del planeta, siguen teniendo los mismos problemas de otros tiempo y otras generaciones: son absorbidos por los partidos políticos y Colombia, no es la excepción.

Aquí, la juventud, ha heredado la apatía que sus padres y los padres de sus padres, han cultivado a lo largo del devenir del tiempo. No ha habido desde la ruptura total con España, un gobierno digno del respeto y que goce con la aceptación total del pueblo. En este momento histórico, los niveles de abuso de los poderes del estado y todas sus instancias, llegan a ser vergonzosos y censurables desde todo punto de vista.

Hoy en día, esa indiferencia frente a los asuntos políticos y todo lo que de ello deriva, ha ido gradualmente convirtiéndose en indignación, es por eso, que quienes ostentan el poder, ejercen presión desde sus altos cargos para que aumente la represión: se discuten, derogan, amplían y se promulgan  leyes más autoritarias, incremento de las multas en un escenario de empobrecimiento económico e, incluso, dificultades para el ejercicio de derechos civiles y políticos; hechos, que terminan por resaltar en tonos oscuros un paisaje dominado por el agravamiento de las condiciones propias que generan desigualdades sociales,  de género y, en esa misma línea poco efectiva de acción, se evidencia una mayor depredación de los recursos naturales.

Así las cosas, no es para nada extraño ni alarmante el alto nivel de pesimismo en los sectores de la sociedad excluidos y utilizados vilmente por los gobernantes de turno, no obstante,  será suficiente solo una chispa que haga combustión y encienda la llama de la esperanza de cambio y un futuro mejor, aunque, estas palabras suenen un poco a utopía y romanticismo político.

El Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid, en su informe Cómo hacer pública la indignación: movilización ciudadana en el siglo XXI, hace una explicación clara y pertinente sobre lo que está pasando alrededor del mundo: “Se trata de una revolución que no ha producido un cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales por el momento, pero sí un cambio radical en la manera de relacionarse, de comunicarse y de intercambiar información. El ciudadano, hasta ahora adormecido o desquiciado ante su incapacidad de influir en su futuro, ha despertado ante una realidad presentada como inmutable, y reclama más espacio dentro del debate público. Reclama autoridad y se niega a ser requerido cada 4 años para otorgar un voto a una lista cerrada, que el político toma como un cheque en blanco, o a ser considerado simplemente como parte de datos agregados sin más. Pide capacidad de influir en la vida pública como modo de sanar una democracia que se considera enferma.”


Es menester decir, que no es suficiente con indignarse. No es suficiente con darse cuenta que estamos mal y estaremos peor. No es suficiente con plantear soluciones mentales que nunca se llevan a cabo. No es suficiente con saber que se necesita un cambio si no se hace nada por él. La indignación, debe ir acompañada de un proceso político transparente, serio y bien estructurado, que logre canalizar todo ese inconformismo en votos, que a la postre generarán el cambio deseado, concebido  a partir de las necesidades insatisfechas de la sociedad. 

1 comentario:

  1. Sobre todo las generaciones en formación y con el diploma en la mira tendrán que actuar como una sociedad inteligente. Solo han vivido o escuchado hablar de violencia, de abusos y ven el campo de acción cerrado. Ya han construido un bloque de opinión poderoso y en su momento hablará.

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