martes, 26 de mayo de 2015

Mendigando un aval

Por José David Pacheco Martínez



La historia que contaré, la debo, sin dudas, a el trato frecuente con la gente, el estar tanto tiempo en la calle, escuchar adrede las discusiones en el Parque Bolívar y la confirmación de toda la información recopilada por una fuente confiable, un hombre que nuca miente y, en este caso, mentir no tendría ningún sentido, por eso, me pareció verosímil.

Lo relataré tal cual lo escuché en la calle, me confirmó, digamos, Chalo Padilla y pude contrastar luego todos los líos y discusiones en que se vieron envueltos a lo largo de ese proceso todos aquellos que buscaban el respaldo de los partidos políticos tradicionales; hoy en día bastante desprestigiados y en esta zona del país, controlados según el parecer de una clase dirigente que a lo largo de la historia y ostentación del poder, no han hecho más que enriquecerse o, seguir manteniendo ese rancio abolengo y alimentando el ego y sus ínfulas de españoles, sí, porque está más que comprobado que esa gente, los liberales y conservadores de vieja data en esta ciudad defienden a capa y espada las cédulas reales y no sé qué más cosas heredadas de aquellos ‘ilustres’ personajes que ‘descubrieron’ América.

Por eso bien decía Juan Esteban Constaín, en uno de sus libros, que era no más mirar los registros de nacimiento de hace doscientos años y hacer el recorrido cronológico, para darse cuenta que directa o indirectamente quienes hoy ostentan el poder, siguen siendo los mismo que a la fuerza y casi que exterminando a los antiguos pobladores y dueños originales de esta tierra, se adueñaron de todo, incluso hoy, desde altos cargos y moviendo sus hilos, siguen escriturándose baldíos y accediendo a dineros destinados para suplir las necesidades de los agricultores  más pobres, perdonen extenderme y divagar un poco, pero, era necesario y suficiente hacer algo de contexto histórico.

La política aquí está lejos de ser un ejercicio de conquista con ideas. La gente tiene miedo de lanzarse al agua. La gente no piensa ni un momento en lo diferente que sería hacer campaña desligada del respaldo de aquellos movimientos que se gestaron en la cabeza de los españoles y, que en un momento determinado, incentivaron el caos y la anarquía, que ha degenerado todas las instancias del poder y a la sociedad misma, que durante 60 años se ha matado sin tregua y sin saber a ciencia cierta por qué y para qué.

Volviendo al asunto principal de esta historia y con el perdón compasivo del lector por mis divagaciones, pero, debe entender además señor lector, que no puede uno nunca dejar de apasionarse cuando se trata de estos temas.

Resulta pues, que en una ciudad pequeña a la que llamaremos Santa Marta, muchos aspirantes al cargo de Alcalde, el más importante a nivel de distritos, emprendieron una batalla sin tregua por recibir la bendición de los partidos tradicionales, cosa que desvirtúa chalo Padilla, para él, la batalla más que por hacer parte de esos ‘prestigiosos’ movimientos, se debe u obedece más al facilismo y el miedo a chocar con los cánones políticos falsamente establecidos a lo largo de esta corta vida independiente y republicana.

Es indignante, molesto, repudiable y en algunos casos hasta gracioso, ver como los miembros de una misma colectividad salen a los medios a despotricar de su copartidario y rival directo por el aval. No sabe uno qué pensar, si de allá dicen que el amigo de Silvestre Dangond es un bandido de primera línea, de allá le responden al de los mejores días, que desde que llegó a la Asamblea fue poco o nada lo que hizo por la ciudad y el departamento. 
Entonces sale otro diciendo que ninguno de los dos tiene las capacidades para gobernar esta ciudad y que la historia reciente no les favorece, entonces los otros dos le responden al médico diciendo que no se asome porque le cortan la cabeza con un tapado y que además utiliza su posición para presionar a las personas vulnerables que atiende hace ocho años en el hospital local.

Por otro lado, están los de rojo, quienes estaban en la alcaldía y pretendían seguir en esa línea, pero los dejaron con los crespos hechos, porque ese aval se lo dieron a una persona con juventud, dinero y con el respaldo de un apellido que llegó a la Gobernación, de donde salió por el sobrecosto de unos kits escolares.

Entonces aquellos, quienes fueron prácticamente expulsados del partido, pensaron en una estrategia rápida, intencionadamente se volvieron daltónicos e intentaron ser verdes, pero tampoco los aceptaron, rápidamente y casi sin tiempo, se decidieron por la vía más difícil: recoger firmas. Venden eso como la continuidad del gobierno que dejó la ciudad en ruinas, sin agua, sin estadio, sin Juegos Bolivarianos, sin Liceo Celedón, en fin, la continuidad de la ineptitud, la ignorancia gubernamental y las disputas con funcionarios de índole nacional, departamental y distrital. Buscan la continuidad del gobierno de los odios, las mentiras y las intimidaciones. Ellos, definitivamente están fuera de la pelea, a menos que todo ese dinero que no han ejecutado y desviado para sus bolsillos, les sirva para comprar las firmas necesarias para avalarse.

Por último, llegamos a una mujer joven, inteligente y con ganas de servir, al menos esa es la imagen que me he hecho de ella. Pero todo eso, esa cualidades se ven opacada por su insistencia en recibir el aval de un partido que hace parte de la mal o bien llamada Unidad Nacional, algo así como una alianza perversa entre disidentes de aquellos partidos tradicionales, que llegaron al poder y ahora quieren absorberlos y acabarlos, una especie de venganza.

Todos ellos, no se han dedicado a estructurar un plan de gobierno, no se han dedicado a estudiar analizar y buscar soluciones a los problemas coyunturales que aquejan e históricamente han aquejado a esta ciudad que se desangra y muere como sociedad, como ciudad, como destino turístico, una ciudad que está en cuidados intensivos, ellos, han estado todo este tiempo ni más ni menos que mendigando un aval. 

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