Por José David Pacheco Martínez
La historia
que contaré, la debo, sin dudas, a el trato frecuente con la gente, el estar
tanto tiempo en la calle, escuchar adrede las discusiones en el Parque Bolívar
y la confirmación de toda la información recopilada por una fuente confiable,
un hombre que nuca miente y, en este caso, mentir no tendría ningún sentido,
por eso, me pareció verosímil.
Lo relataré
tal cual lo escuché en la calle, me confirmó, digamos, Chalo Padilla y pude
contrastar luego todos los líos y discusiones en que se vieron envueltos a lo
largo de ese proceso todos aquellos que buscaban el respaldo de los partidos
políticos tradicionales; hoy en día bastante desprestigiados y en esta zona del
país, controlados según el parecer de una clase dirigente que a lo largo de la
historia y ostentación del poder, no han hecho más que enriquecerse o, seguir
manteniendo ese rancio abolengo y alimentando el ego y sus ínfulas de
españoles, sí, porque está más que comprobado que esa gente, los liberales y
conservadores de vieja data en esta ciudad defienden a capa y espada las
cédulas reales y no sé qué más cosas heredadas de aquellos ‘ilustres’
personajes que ‘descubrieron’ América.
Por eso
bien decía Juan Esteban Constaín, en uno de sus libros, que era no más mirar
los registros de nacimiento de hace doscientos años y hacer el recorrido
cronológico, para darse cuenta que directa o indirectamente quienes hoy
ostentan el poder, siguen siendo los mismo que a la fuerza y casi que
exterminando a los antiguos pobladores y dueños originales de esta tierra, se
adueñaron de todo, incluso hoy, desde altos cargos y moviendo sus hilos, siguen
escriturándose baldíos y accediendo a dineros destinados para suplir las necesidades
de los agricultores más pobres, perdonen
extenderme y divagar un poco, pero, era necesario y suficiente hacer algo de
contexto histórico.
La política
aquí está lejos de ser un ejercicio de conquista con ideas. La gente tiene
miedo de lanzarse al agua. La gente no piensa ni un momento en lo diferente que
sería hacer campaña desligada del respaldo de aquellos movimientos que se
gestaron en la cabeza de los españoles y, que en un momento determinado,
incentivaron el caos y la anarquía, que ha degenerado todas las instancias del
poder y a la sociedad misma, que durante 60 años se ha matado sin tregua y sin
saber a ciencia cierta por qué y para qué.
Volviendo
al asunto principal de esta historia y con el perdón compasivo del lector por
mis divagaciones, pero, debe entender además señor lector, que no puede uno
nunca dejar de apasionarse cuando se trata de estos temas.
Resulta
pues, que en una ciudad pequeña a la que llamaremos Santa Marta, muchos
aspirantes al cargo de Alcalde, el más importante a nivel de distritos,
emprendieron una batalla sin tregua por recibir la bendición de los partidos
tradicionales, cosa que desvirtúa chalo Padilla, para él, la batalla más que
por hacer parte de esos ‘prestigiosos’ movimientos, se debe u obedece más al
facilismo y el miedo a chocar con los cánones políticos falsamente establecidos
a lo largo de esta corta vida independiente y republicana.
Es indignante,
molesto, repudiable y en algunos casos hasta gracioso, ver como los miembros de
una misma colectividad salen a los medios a despotricar de su copartidario y
rival directo por el aval. No sabe uno qué pensar, si de allá dicen que el
amigo de Silvestre Dangond es un bandido de primera línea, de allá le responden
al de los mejores días, que desde que llegó a la Asamblea fue poco o nada lo
que hizo por la ciudad y el departamento.
Entonces sale otro diciendo que
ninguno de los dos tiene las capacidades para gobernar esta ciudad y que la
historia reciente no les favorece, entonces los otros dos le responden al
médico diciendo que no se asome porque le cortan la cabeza con un tapado y que
además utiliza su posición para presionar a las personas vulnerables que
atiende hace ocho años en el hospital local.
Por otro
lado, están los de rojo, quienes estaban en la alcaldía y pretendían seguir en
esa línea, pero los dejaron con los crespos hechos, porque ese aval se lo
dieron a una persona con juventud, dinero y con el respaldo de un apellido que
llegó a la Gobernación, de donde salió por el sobrecosto de unos kits
escolares.
Entonces
aquellos, quienes fueron prácticamente expulsados del partido, pensaron en una
estrategia rápida, intencionadamente se volvieron daltónicos e intentaron ser
verdes, pero tampoco los aceptaron, rápidamente y casi sin tiempo, se
decidieron por la vía más difícil: recoger firmas. Venden eso como la
continuidad del gobierno que dejó la ciudad en ruinas, sin agua, sin estadio,
sin Juegos Bolivarianos, sin Liceo Celedón, en fin, la continuidad de la
ineptitud, la ignorancia gubernamental y las disputas con funcionarios de
índole nacional, departamental y distrital. Buscan la continuidad del gobierno
de los odios, las mentiras y las intimidaciones. Ellos, definitivamente están
fuera de la pelea, a menos que todo ese dinero que no han ejecutado y desviado
para sus bolsillos, les sirva para comprar las firmas necesarias para avalarse.
Por último,
llegamos a una mujer joven, inteligente y con ganas de servir, al menos esa es
la imagen que me he hecho de ella. Pero todo eso, esa cualidades se ven opacada
por su insistencia en recibir el aval de un partido que hace parte de la mal o
bien llamada Unidad Nacional, algo así como una alianza perversa entre disidentes
de aquellos partidos tradicionales, que llegaron al poder y ahora quieren absorberlos
y acabarlos, una especie de venganza.
Todos
ellos, no se han dedicado a estructurar un plan de gobierno, no se han dedicado
a estudiar analizar y buscar soluciones a los problemas coyunturales que
aquejan e históricamente han aquejado a esta ciudad que se desangra y muere
como sociedad, como ciudad, como destino turístico, una ciudad que está en
cuidados intensivos, ellos, han estado todo este tiempo ni más ni menos que
mendigando un aval.
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