viernes, 25 de julio de 2014

Mirta Portillo, la decana de la narración oral

Recordando una de mis mejores entrevistas como periodista cultural de El Tiempo y Barranquillabierta.com


Mirta Portillo en uno de sus shows. Foto recuperada de: http://mirtaportillo.blogspot.com/2011_10_01_archive.html

Esta artista cubana se ha dado a la tarea de rescatar esa tradición que en todo el mundo tiende a desaparecer, pero que es su país sigue intacta.

José David Pacheco Martínez

El nombre de Mirta Portillo, es para muchas personas aquí en Colombia casi desconocido y para otros tantos, tal vez no les sugiere ni significa nada. Ella es cubana y tal vez una de las pocas personas que a nivel mundial, puede decir con orgullo que es una narradora oral, asumiendo la responsabilidad y el compromiso histórico, social y cultural que esto significa.

En su natal La Habana, ha cosechado gran cantidad de premios y reconocimientos, debido a la labor que en el rescate y digamos más bien, fortalecimiento de una tradición que en la isla se mantiene y se engrandece con el pasar de los años. Allá, esta actividad se realiza profesionalmente, es decir, hay academias que se dedican a enseñar técnicas y estilos a la hora de narrar.

Entre las distinciones obtenidas por Portillo, se destacan: Premio Municipal de cultura comunitaria; Premio especial a nivel provincial por los aportes a la cultura comunitaria; Gitana Tropical que entrega la dirección provincial de cultura y Premio “Cuentería” por el trabajo en el “Parquecito de los Cuentos”, entre otros. Toda una vida dedicada a lo que sabe hacer: contar historias, la faculta para hablar del tema, aunque como ella misma dice: “no tenga nunca la verdad absoluta”

Escucharla hablar es mucho más interesante que leer su extensa hoja de vida. Y, si hay algo más constructivo y que hable con toda certeza de lo que es Mirta Portillo como profesional, es verla en el escenario. Una combinación de gestos, movimientos, palabras e interacción con el público, hacen de sus presentaciones un verdadero espectáculo. En sus narraciones, se puede sentir esa fascinación del pueblo cubano por lo místico, lo mágico y esotérico.

Quisiera empezar primero por una descripción del estado actual de la cuentería en Cuba.

Puedo hablarte de la cuentería a nivel artístico, porque hablar de cuentería en términos generales, es remitirme a la historia, porque esto existe desde que existe la palabra. En Cuba, unos de los primeros países en el mundo donde esta actividad de tipo cotidiano subió a los escenarios y se vistió de gala, que empezó a verse de otra manera, tiene una buena salud. Hay una gran cantidad de narradores, muchos de ellos jóvenes, porque creemos justamente que si un movimiento no tiene jóvenes que lo sigan impulsando, muere. 

¿Qué impresión se lleva de Colombia en este tema?

Bueno, hay una academia  que cuenta con 160 adolescentes y jóvenes, ese hecho es una esperanza para que este arte siga adelante. Hace falta mucho claro está, pero se está dando un paso adelante en la preservación y digamos aquí, en la recuperación de esta actividad. Lo más importante es que quienes asisten a los cursos son jóvenes.

Usted ha dicho en muchos lugares que a pesar de tener una formación académica estricta, su primera venida a Colombia cambió muchas de esas cosas aprendidas…

Yo creo que Colombia es un referente muy importante y que hay que tener muy en cuenta. Mi historia como narradora oral se partió en dos: antes y después de mí venida a este país. En el 2007 vine por primera vez y traía una idea, digamos traía ya una estructura de lo que sería mi presentación, nunca me gusta decir  un libreto, porque eso se utiliza en el teatro y por suerte, no me tocó inaugurar el evento, y pude ver que aquí la cuentería se hace más natural, más libre, aquí el cuentero es él mismo en el escenario. En Cuba es diferente, la academia establece ciertas normas y se hace de forma más rígida, están establecidos ciertos gestos, movimientos, ademanes y patrones de comportamiento en el escenario, es decir, el narrador asume un papel. En el hotel deseché todo eso que traía y recompuse mi show, porque pensé que así como lo hacen aquí, funciona más.

¿Cómo ha sido ese salir del molde cubano y asumir el estilo colombiano?

Bueno, el estilo colombiano es como a mí me gusta narrar. Yo tenía una idea de cómo se debía narrar una historia, pero no me atrevía a hacerlo, porque la academia de donde yo vengo, tiene un estilo, de hecho, allá en Cuba todas tienen su propio estilo. Ahora soy más natural, soy yo en el escenario, soy yo misma, no asumo ningún papel y hago mi interpretación libre, eso es muy importante para crear empatía con el público, que es lo más importante en un espectáculo de narración.

¿Ha tratado de acuñar esa naturalidad colombiana al estilo académico cubano?

Sí, definitivamente. A mi regreso a Cuba le dije a los muchachos, a la gente de mi academia que aquí estábamos por el camino herrado. Yo personalmente trato y lo hago siempre como es aquí en Colombia, porque funciona más, es más divertido, más conversacional y se puede tener una idea de lo que el público está pensando de la historia y si se siente bien con el narrador.

¿Qué papel juega el público?

El público es el que lo lleva a uno a un lado o al otro. Por eso es muy difícil narrar cuando no hay público, igual cuando el escenario está oscuro, cuando el público no ve al narrador ni el narrador ve el público. La gente es un referente, en este ejercicio de la cuentería, se necesita retroalimentación y eso se logra solo con la mirada.

¿Podemos considerar por su formación al cuentero cubano como un actor?

El cuentero no es un actor, hay una diferencia notable entre la una y la otra: el cuentero nunca deja de ser él. Entonces sacar al cuentero de sí mismo, es un poco violento. Aunque, como uno es disciplinado cumple con esas normas establecidas en la academia. Repito una vez más, la forma como lo hacen aquí en Colombia le llega más al público y eso es lo importante, que usted cautive a quienes lo ven y lo escuchan con su palabra, con sus gestos, con su presencia, sin una escenografía, sin un vestuario específico, como si lo hay en el teatro.

¿Cómo hace un cuentero para deslindarse de esa rigidez de la academia a la hora de narrar?

Eso es muy difícil, pero, para los narradores que no vienen del teatro, asumir la narración de forma natural es más fácil. Allá en Cuba, tenemos muchos jóvenes que primero se inician en el teatro y luego llegan a la narración oral, para ellos es muy difícil, porque son personas que han estudiado actuación durante cinco años, son actores profesionales, entonces él está acostumbrado a entrar en la piel de un personaje, no es él quien está allí, por eso una actriz se desnuda en escena y cuando le preguntas par qué lo hace, responde sencillamente que esa no es ella, que es otra persona la que se desnuda. El narrador oral no, él tiene que asumir y contar la historia desde adentro de su ser, tiene que ser él mismo.

Ahora, que no haya vestuario ni un escenario montado para la narración oral como si lo hay en el teatro ¿es una ventaja o desventaja?

En todo hay ventajas y desventajas. Pero , eso es precisamente una gran diferencia con el teatro: el actor está en su escenario, oscuro o iluminado, él está en lo suyo y el público en lo de él. Pero, el narrador oral no tiene  nada más que su palabra para captar la atención de la gente, fíjate que hemos asumido una teoría: no narramos para el público, sino con el público. El actor sigue hasta el final con su acto, sin importar si al final el teatro está vacío, el narrador en cambio, no puede permitir eso, cuando una persona se va y luego tres, el que está narrando debe entender que su historia no está funcionando y cambiar, evitar la ida del público y para eso, debe estar atento a lo que está pasando.

¿Cuál es la clave para ser un buen cuentero?

Bueno yo diría que lo principal, es aprenderse la cadena de sucesos de la historia, tener la historia que se va a contar suficientemente clara, apropiarse de ella, hacer que quien escucha piense que yo estuve allí, que yo presencié los hechos, eso con el fin de evitar que quienes me escuchan, puedan decir que lo que yo estoy diciendo es mentira. Ahora, lo más importante de un cuento, es el inicio, porque es el que atrapa y el final, porque será el que puede arreglar la historia si se perdió en el trámite de los hechos. Eso hará que quienes me escuchan sientan que lo que estoy contando no es algo preparado, esa es la clave, que todo se vea, se escuche y se sienta natural.

Y para quienes narran historias con música, magia u otras cosas…

Esto es importante, porque uno puede contar historias sin decir una sola palabra, utilizando otros medios, los movimientos, malabares, instrumentos, la idea es aprovechar al máximo las herramientas que tenga a la mano. Ahora, sabemos que no son cantantes, pero lo mínimo que uno esperaría es que no desafine, si es mago, esperaría que sus trucos no se vean falsos, que si es malabarista, que no se caiga ni que fracasen sus actos. El consejo para ellos, es que lo que hagan debe ser excelente, sin errores.


Para conocer más de esta artista, visite su blogg: http://mirtaportillo.blogspot.com/2011_10_01_archive.html