Esta imagen evidencia los efectos del calentamiento global en la Sierra Nevada de Santa Marta. Fotografía tomada de http://www.aluna.com.co |
Por: José David Pacheco Martínez
Durante los últimos 40
años la Sierra Nevada de Santa Marta, esa cadena montañosa más grande ubicada
cerca al mar y de la cual nos ufanamos de tener en Colombia, ha sido sometida a
todo tipo de abusos en materia ecológica, que llevaron casi al extremo de su
extinción una gran parte de su flora y
fauna y hasta cierto punto, pusieron en
riesgo la integridad de las comunidades que habitan sus estribaciones y la
parte alta.
En el año 1979 fue
declarada por la Unesco como Reserva de la Biosfera, del Hombre y de la
Humanidad y en 1977 la Resolución Ejecutiva No. 164 del 6 de Junio, ordenó la
creación del Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta, con una extensión
cercana a las 400.000 hectáreas, que empiezan a contar desde los 600 metros de
altura y se le suman 300.000 más de los
resguardos indígenas, lo que ha permitido mantener en buen estado de
conservación lo que en ella se encuentra.
El macizo montañoso es
de gran importancia tanto a nivel ambiental como a nivel económico. Sus
grandes aportes de agua a la Ciénaga
Grande de Santa Marta, son en gran medida reguladores de la salinidad del
afluente. Paula Cristina Sierra Correa, coordinadora del Programa de
Investigación para la Gestión Marina y Costera del Invemar, destaca que este
hecho es “de vital importancia para la productividad hidrobiológica,
crecimiento y mantenimiento del manglar que en ella se encuentra”, uno de los
sumideros de carbono y productores de oxigeno más importantes hoy día en el
país.
De igual forma, se
convierte en un moderador climático dentro de su área de influencia y actúa notablemente
como una barrera natural que repele los fuertes vientos alisios del nordeste,
que chocan constantemente con sus estribaciones, hecho que los hace perder
velocidad y mantiene a la bahía de Santa Marta resguardada de los huracanes y tormentas
tropicales, tan frecuentes en la zona
del Gran Caribe.
Desde los años 70s
hasta nuestros días, los cultivos ilícitos y en especial la marihuana han
estado siempre presentes en el sector. El escritor colombiano Fernando Vallejo,
conocido ampliamente por sus críticas mordaces, la describió así a su tiempo en
una de sus novelas: “la Sierra Nevada es un inmenso sembradío de Marihuana que
se levanta en punta hacia las nieves eternas y el cielo azul”.
John Jairo Restrepo
Salazar, director del parque, es enfático en afirmar que dentro del área
protegida, no hay presencia de cultivos ilícitos. De igual manera, reconoce que
el sistema tiene muchas falencias y aún queda mucho camino por recorrer, para
lograr un estado de conservación óptimo. “Hacemos mucho con lo poco que
tenemos, tanto en personal, infraestructura y presupuesto”, advierte.
A pesar de las buenas
noticias dentro del área protegida, las cosas por las 1.400.000 hectáreas
restantes, no son tan alentadoras. El director de antinarcóticos, Mayor General
Luis Alberto Pérez Alvarán, sostiene que a pesar de los programas de
erradicación manual, implementados por el Gobierno, “sigue habiendo cultivos
ilícitos, en su gran mayoría marihuana”.
Y si a esto se le suma
los informes del Ministerio del Medio Ambiente, en donde se da cuenta de una
drástica disminución de la zona boscosa, parte de la Reserva Forestal, que
según el documento, entre 1996 y 2003
alcanzó cerca de las 2.900 hectáreas año, la situación es sin lugar a dudas
preocupante.
El documento también da
cuenta del estado actual de la misma, que alcanza unas 283.144 ha, un equivalente
al 52% del área protegida y conformada en un 75% por bosques andinos sin intervención, los
cuales se encuentran a una altura superior a los 1000 metros sobre el nivel del
mar y son la apuesta a futuro en Parques Nacionales Naturales como abastecedor
de agua, para los cerca de 1.500.000
personas de los departamentos de La Guajira, Magdalena y Cesar, que se
benefician de los 30 ríos que nacen en la Sierra, esto, teniendo en cuenta la
tendencia a desaparecer de los nevados.
Joaquín Viloria de
la Hoz, director del Banco del República
con sede en la capital del Magdalena, en su estudio Sierra Nevada de Santa
Marta: economía de sus recursos naturales, afirma que: “de las 2.115.873
hectáreas que conforman la Sierra Nevada, sólo el 15% se considera como bosque no alterado o
escasamente intervenido, mientras que en
el 85% restante se ubican las actividades humanas y económicas que
han originado un deterioro de sus
ecosistemas”
A renglón seguido
aclara que no se debe “confundir zonas
de vida poco alteradas con el concepto de “bosque primario”: el primero
hace referencia a una vegetación que no
presenta señales de intervención reciente, y el segundo a una flora que nunca
ha tenido alteración antrópica”.
A los problemas de
intervención humana; el uso indebido de los suelos; la grave situación de orden
público, que ha generado el abandono masivo de tierras; el fácil acceso por vía
fluvial y marítima que aumenta la tala de árboles y la ganadería extensiva, se
le suman dos factores altamente peligrosos y de los cuales no hay aún estudios
masivos que den cuenta de su impacto real: los más de 20 años de fumigación con
Glifosato y la creciente fiebre de explotación de oro, que denunciara hace
cerca de dos años El Heraldo y de la cual hay cierto temor de hablar en las
entidades encargadas de velar por la conservación del lugar.
Coorpamag en su más
reciente informe Ecosistema Fisiográfico de la Sierra Nevada de Santa Marta,
sintetiza así la problemática actual del sistema montañoso: la tala
indiscriminada para la colonización, agravada por el posterior uso del área de
la Sierra para el establecimiento de cultivos ilícitos, ha generado una serie
de problemas ambientales asociados que se evidencian en la pérdida de más del
80% de la cobertura vegetal boscosa de la Sierra y con ello la erosión y
sedimentación de las cuencas hidrográficas.
Un acercamiento al
impacto del Glifosato en los ecosistemas de la Sierra Nevada
La primera denuncia
sobre contaminación con glifosato en la
Sierra Nevada, fue hecha en 1986 por Cesar Barbosa, Biólogo Msc.
Sistemática-Botánica; Guillermo Rodríguez, Ingeniero Industrial y Arqueologo
y Alfonso Avellaneda, Químico, en donde
se advertía que este producto, era “un
agente químico nocivo, no recomendable para ser aplicable por vía aérea, su
peligrosidad es aún mayor si se tiene en cuenta la forma e intensidad de la
aplicación durante casi todo el año”, además, señalaban la falta de estudios al
respecto del daño ocasionado por las aspersiones aéreas del mismo.
Hoy en el 2013, un
cuarto de siglo después de aquellas denuncias, los análisis sobre la afectación
real y la degradación a la que fue sometida la flora y la fauna durante el
tiempo que duraron las fumigaciones, siguen siendo escasos y una tarea riesgosa
para quienes tienen la intención de realizarlos, debido a la constante presión
que ejercen los grupos ilegales, que han convertido la zona en su fortín y
rutas de exportación de drogas.
Los pocos estudios que
se tienen, dan cuenta de la notable afectación que en ese tiempo tuvieron los
cultivos de pan coger como la yuca, el plátano y la arracacha, que son la
fuente primaria de alimentación de estas poblaciones, que no tienen otra forma
de subsistir y que debido a la presión y la oportunidad que vieron, volcaron
sus ojos hacia una nueva fuente de ingresos: la coca, con fines de exportación
y alejada de los conceptos espirituales y cosmológicos que tiene para las
comunidades indígenas de la Sierra Nevada.
La politóloga Ana
Catalina Rodríguez Moreno, después de un análisis a los discursos que giraban
en torno a este problema y las divergencias que había entre Estado y tribus
indígenas, sostiene que los segundos “vieron afectados sus principales ríos,
con la destrucción de toda forma de vida acuática”.
Las afirmaciones de Rodríguez
Moreno van más allá y sostienen que “la contaminación de las fuentes hídricas
que surten los acueductos de las comunidades, provocó lesiones cutáneas,
intoxicación y malformaciones genéticas a los habitantes de las poblaciones quienes
consumieron estas aguas por ignorancia sobre los efectos del Glifosato”
Félix Ramón Torres
Villafañe, gestor social de la Organización Gonawindua Tayrona, manifestó en su
momento que debido al glifosato “las enfermedades se intensificaron también,
sobre todo en los niños indígenas, quienes empezaron a padecer de problemas
respiratorios, e irritaciones en la piel. Así mismo, se presentaron
malformaciones congénitas, como fue el caso de niños que nacieron con labio
leporino, lo cual nunca antes había sucedido dentro de las comunidades
indígenas de la Sierra”
Un gran potencial
hídrico mal utilizado
La Sierra Nevada de
Santa Marta, cuenta con tres grandes vertientes hidrográficas o macrocuencas, que
conforman un gran sistema de 30 ríos y,
como se mencionó anteriormente, abastecen a mas de 1.500.000 personas de los
departamentos de La Guajira, Magdalena y Cesar.
Los ríos que nacen en
la sierra son los siguientes: Córdoba, Toribio, Gaira, Manzanares, Piedras,
Mendihuaca, Guachaca, Buritaca, Don Diego, Palomino, San Salvador, Ancho,
Cañas, Maluisa, Jerez, Tapias, Camarones, Ranchería, Frío, Sevilla, Tucurinca,
Aracataca, Fundación, Badillo,
Guatapurí, Azúcarbuena o Cesarito, Los Clavos, Diluvio y Ariguaní.
Los principales
problemas a los que se tienen que enfrentar estos afluentes, están referidos a las actividades agrícolas, pecuarias y domésticas. Joaquín Viloria
afirma que “las aguas servidas de las viviendas y los desechos del beneficio del café y palma africana son
descargadas por lo general sin tratar a las
corrientes de agua, ocasionando contaminación y mala calidad del recurso
hídrico”
Así mismo explica que
para la producción de café, banano y palma africana, los cultivas que ocupan
gran parte de la Sierra y que con los programas de erradicación manual de
cultivos ilícitos, se han aumentado, y “se requieren grandes cantidades de agua para su beneficio, y en la
zona baja no siempre se cuenta con la cantidad necesaria para realizar
eficientemente esta actividad”
Los problemas de mala
utilización de los ríos, no es solo de la Sierra Nevada de Santa Marta, es un
mal que afecta a todo el país y que no es un reciente, hace 20 años, para
hacerle frente a este tema problemática a nivel nacional, el gobierno de César
Gaviria emitió el Artículo 111 de la Ley
99 de 1993, el cual estipula: “Declarase de interés público las áreas de
importancia estratégica para la conservación de los recursos hídricos que
surten de agua los acueductos municipales y distritales. Los departamentos y
municipios dedicarán durante quince años un porcentaje no inferior al 1% de sus
ingresos, de tal forma que antes de concluido tal período, hayan adquirido
dichas zonas”
El Director del Banco
de la República, es enfático en afirmar que “desde la expedición de la Ley, y
lo cierto es que ninguno de los 17
municipios con jurisdicción sobre la Sierra Nevada ha invertido el 1% en la conservación de sus cuencas hidrográficas
que les provee el agua, tal como lo contempla
la legislación”
En la actualidad las
poblaciones se benefician de los 10.000 millones de litros cúbicos que al año
se producen en la Sierra Nevada, enfrentan una crisis en el abastecimiento del
líquido. En el caso de Santa Marta, hay sectores donde la distribución es
intermitente hace más de dos meses, situación que ha generado disturbios y
protestas de manera frecuente.
Según el Ministerio de
Vivienda, Ciudad y Territorio, se hace necesaria una consultoría que permita
encontrar soluciones a esta problemática y que establezca cual es la mejor
opción para las poblaciones que se están viendo afectadas con la disminución en
las reservas de agua. “Para el caso de la Sierra, tenemos que someter a
Consulta Previa cualquier intento por acceder a los ríos dentro del área
protegida y de resguardo”, aclaró Luis Felipe Henao, titular de la cartera.
Por su parte John Restrepo comenta que la producción anual de
los nevados y las zonas de páramo que se encuentran dentro del área protegida
son suficientes para abastecer a todas las poblaciones, independiente de las
largas temporadas de veranos que azotan a la región.
“El agua que sale del
área protegida es abundante y de buena calidad, ante la falta y escases se
tendrían que revisar los desvíos que se hacen en las haciendas que las utilizan
para el riego de sus cultivos y el mantenimiento del ganado”, dijo Restrepo,
quien además aseguró que a Parques Nacionales se le hace imposible velar porque
los ríos no sean desviados ni tampoco cuenta con los recursos necesarios para
hacer estudios de contaminación a causa de las fumigaciones y la creciente ola
de minería ilegal que se viene presentando en algunos lugares de la Sierra.
El Instituto de
Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt afirma que el
sistema de Parques Nacionales Naturales presenta un déficit financiero anual
cercano a los 151.000 millones de pesos y que además para ejercer un mejor
control sobre los parques y áreas protegidas se necesitaría un personal cercano
a los 1.214, casi el doble de los 584 con los que hoy cuenta.
En 40 años no habrá
nevados en la Sierra
El cambio climático y
la creciente utilización de gases de efecto invernadero en el país, ha sido en
gran medida un factor importante para el descongelamiento de los glaciares.
En la Sierra Nevada este proceso se
presenta de forma acelerada según Ideam, al año los picos altos del macizo
pierden anualmente 232.611 m2 de hielo.
“Lamentablemente no
tenemos una forma de conservar los nevados, no podemos hacer nada para evitar
que la nieve se derrita, aunque suene trágico, es real, los nieves perpetuas de
la Sierra Nevada están condenadas a la muerte”, afirmó con cierto halo de
resignación en sus palabras John Jairo Restrepo.
Las palabras de
Restrepo, encuentran mayor peso cuando se hace una revisión al documento Los
glaciares colombianos, expresión del cambio climático global, emitido por el
Ideam, en el que se evidencia una
disminución drástica de nieve en la zona
y además, precisa que en este último tiempo los picos: Parra Lleras, Menders,
Ruiz Wilches, Ojeda, Tulio Ospina, Codazzi, Nevado Ramírez, Tayrona y Guardián,
hoy día, están totalmente descongelados.
Jorge Luis Ceballos
Ingeniero geógrafo, del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios
Ambientales, es enfático en afirmar que de seguir la tendencia de diminución del
área glaciar de 3 a 5% anual, “se considera que en tres a cuatro décadas estén
extintos los glaciares en Colombia, cifras que son comparables para algunos
glaciares de países vecinos”
Si bien es cierto, la
situación con relación a las nieves perpetuas que han hecho famosa a la Sierra, es desconsolador, el Director del parque piensa
en una salida para garantizar a futuro el abastecimiento del agua, agrandar el
área protegida, de esta manera se garantizará la recuperación y conservación de
la flora típica del páramo.
“Si la empresa privada
entendiera que aquí en la Sierra Nevada hay una reserva forestal, una gran
extensión de flora que sirve como sumidero de carbono y empezara a contribuir y
compensar por la contaminación, Parques Naturales pudiera aumentar sus recursos
económicos y de personal, para pensar seriamente en declarar la totalidad
del macizo área protegida”, concluyó John Restrepo.
Publicada también en:
Vista de la Sierra Nevada desde el espacio. Fotografía tomada de Wikipedia. |
Es un articulo muy interesante sobre la destrucción de la fabrica de agua mas importante del norte de Colombia. Y a la par que destruyen los bosques y contaminan las aguas superficiales, acaban con las aguas subterráneas pues, esta es la fuente natural que recarga los acuíferos. No quiero ni pensar en el país que reciban mis nietos.
ResponderEliminar¿Cómo se mira esto en 2015, llorando el agua derramada del cántaro o emprendiendo acciones definitivas y coodinadas?
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