miércoles, 6 de noviembre de 2013

Ser periodista en Colombia significa tener problemas

El 67 por ciento de los periodistas en América Latina, piensa que la libertad de prensa se encuentra amenazada


Por: José David Pacheco Martínez

Hoy recuerdo las palabras de mi mamá cuando le dije que quería estudiar periodismo: ¿para qué si esa gente siempre está metida en problemas? Y sí, parece que aquí en Colombia  ser periodista significa tener problemas. Y las recuerdo precisamente hoy que el país parece haber olvidado el reciente atentado contra Ricardo Calderón y el descubrimiento de un plan macabro para asesinar a León Valencia, Ariel Ávila y Gonzalo Guillén, ahora se suma la salida del país de la analista Claudia López.

¿Qué sería de este país si no existieran los periodistas?, me pregunto a veces y se lo pregunto también a todos aquellos que menosprecian esta difícil profesión en la que se necesita una mezcla de pasión, valentía, fe y un poco de locura. La respuesta siempre varía en cuanto a las palabras, pero el fondo siempre es el mismo: no supiera uno nada de nada.

En un país como este en donde la corrupción estatal pulula, siempre hay dilaciones en los mecanismos de acceso a la información. En un país donde unos pocos que con dinero se multiplican, quieren callar esas voces que los dejan a ellos y sus cómplices al descubierto. Un país donde hacer investigación es más difícil y peligroso que desactivar campos minados. Un país donde salimos de un mal para meternos en otro, los periodistas, que somos agentes neutrales siempre llevamos de la peor parte. Según la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) desde el año 2000 hasta el 2012 en Colombia han sido asesinados 49 periodistas en ejercicio de su labor profesional.

La misma fundación para el mismo periodo da cuenta de 80 reporteros amenazados, 29 más fueron víctimas de agresiones físicas y verbales y uno tuvo que abandonar el país. En lo que va corrido del 2013, 19 comunicadores han sido amenazados, dos han tenido que abandonar el país y otros dos han sido víctimas de trato inhumano y degradante.

Las cifras no son muy alentadoras y la historia reciente ha hecho o más bien ha sugerido no confiar ni buscar la protección del Estado. Comprobado una y mil veces está, que los organismos encargados de la seguridad y protección interceptan y dan coordenadas de ubicación de aquellos que con su trabajo se convierten en la “piedra en el zapato” de uno de esos gentiles hombres revestidos de poder magnánimo y como si fueran dioses deciden acabar con la vida de alguien.

Ya no son Pablo Escobar y los carteles del narcotráfico. Tampoco Carlos Castaño y sus máquinas de matar. Hoy en día las persecuciones, amenazas e intentos de asesinatos vienen de parte de otra gente y no lo digo yo, lo dice Ariel Ávila “se conoció que una estructura política… pagó… para que atentaran contra nosotros”.


¿En problemas mamá?, no, no somos nosotros los periodistas los que estamos en problemas, son aquellos los que abusan y hacen cosas malas los que tienen un problema serio que se llama periodismo y así como cuando muere o extraditan a un narcotraficante o jefe guerrillero y ahí mismo está el reemplazo, así mismo, hay detrás de los periodistas amenazados una nueva generación sin miedo y dispuesta a llegar hasta el final con sus investigaciones.

Fascimiles como éste, se ven por montones en el país.

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