El 67 por ciento de los periodistas en América Latina, piensa que la libertad de prensa se encuentra amenazada |
Por: José David Pacheco Martínez
Hoy recuerdo las palabras de mi
mamá cuando le dije que quería estudiar periodismo: ¿para qué si esa gente
siempre está metida en problemas? Y sí, parece que aquí en Colombia ser periodista significa tener problemas. Y
las recuerdo precisamente hoy que el país parece haber olvidado el reciente
atentado contra Ricardo Calderón y el descubrimiento de un plan macabro para
asesinar a León Valencia, Ariel Ávila y Gonzalo Guillén, ahora se suma la
salida del país de la analista Claudia López.
¿Qué sería de este país si no
existieran los periodistas?, me pregunto a veces y se lo pregunto también a
todos aquellos que menosprecian esta difícil profesión en la que se necesita
una mezcla de pasión, valentía, fe y un poco de locura. La respuesta siempre
varía en cuanto a las palabras, pero el fondo siempre es el mismo: no supiera
uno nada de nada.
En un país como este en donde la
corrupción estatal pulula, siempre hay dilaciones en los mecanismos de acceso a
la información. En un país donde unos pocos que con dinero se multiplican,
quieren callar esas voces que los dejan a ellos y sus cómplices al descubierto.
Un país donde hacer investigación es más difícil y peligroso que desactivar
campos minados. Un país donde salimos de un mal para meternos en otro, los
periodistas, que somos agentes neutrales siempre llevamos de la peor parte.
Según la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) desde el año 2000 hasta el
2012 en Colombia han sido asesinados 49 periodistas en ejercicio de su labor
profesional.
La misma fundación para el mismo
periodo da cuenta de 80 reporteros amenazados, 29 más fueron víctimas de
agresiones físicas y verbales y uno tuvo que abandonar el país. En lo que va
corrido del 2013, 19 comunicadores han sido amenazados, dos han tenido que
abandonar el país y otros dos han sido víctimas de trato inhumano y degradante.
Las cifras no son muy alentadoras
y la historia reciente ha hecho o más bien ha sugerido no confiar ni buscar la
protección del Estado. Comprobado una y mil veces está, que los organismos encargados
de la seguridad y protección interceptan y dan coordenadas de ubicación de
aquellos que con su trabajo se convierten en la “piedra en el zapato” de uno de
esos gentiles hombres revestidos de poder magnánimo y como si fueran dioses
deciden acabar con la vida de alguien.
Ya no son Pablo Escobar y los
carteles del narcotráfico. Tampoco Carlos Castaño y sus máquinas de matar. Hoy
en día las persecuciones, amenazas e intentos de asesinatos vienen de parte de
otra gente y no lo digo yo, lo dice Ariel Ávila “se conoció que una estructura
política… pagó… para que atentaran contra nosotros”.
¿En problemas mamá?, no, no somos
nosotros los periodistas los que estamos en problemas, son aquellos los que
abusan y hacen cosas malas los que tienen un problema serio que se llama
periodismo y así como cuando muere o extraditan a un narcotraficante o jefe
guerrillero y ahí mismo está el reemplazo, así mismo, hay detrás de los
periodistas amenazados una nueva generación sin miedo y dispuesta a llegar
hasta el final con sus investigaciones.
Fascimiles como éste, se ven por montones en el país. |
Muu bueno, a propósito ¡Feliz día!
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