domingo, 11 de mayo de 2014

Es el momento

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A escasos 15 días de las elecciones más importantes de los últimos cincuenta años, mucha gente pensando en qué beneficio puede sacar de ello, como se dice en el argot popular: pescando en río revuelto. Quienes cumplimos sagradamente con el derecho y el deber de votar, nos jugamos una carta importante camino a la consecución de la paz, lo que no implica necesariamente reelegir a Juan Manuel Santos ni más faltaba.

Es este un momento clave para darle un nuevo rumbo a la ya bastante estigmatizada y poco creíble  política colombiana, es la hora de dejar atrás los preconceptos, abandonar de una vez por todas ese egoísmo que nos impide ver más allá de nuestro propio beneficio, es en definitiva, el chance de reivindicarnos como sociedad: hacer un esfuerzo colectivo que a la postre pueda traducirse en un beneficio generalizado. Pensarnos como lo que somos, un país.

Todo este tiempo, como sostiene Zygmunt Bauman, hemos estado unidos por lazos líquidos, que van cambiando y deformándose a nuestra conveniencia. Y, la clase política no escapa a esta dinámica, prueba de ello, es la manera como quienes ostentan el poder van dando tumbos de un lado a otro a costa de nosotros, los que votamos.

Vivimos y somos un pueblo olvidadizo y suicida, que se muestra apático a las cosas verdaderamente importantes. Eso en gran medida se debe a los medios, escuelas, colegios y universidades, donde los espacios de debate y confrontación de ideas son cada vez más limitados y parcializados, en últimas, totalmente alejados de la realidad, pensados y creados como forma de adoctrinamiento.

La dificultad principal que se presenta a la hora de romper esos lazos que nos mantienen atados a un sistema de gobierno fallido, radica principalmente, en que nunca nos damos a la tarea de pensar en cómo sería o, más bien, cuál es el Estado ideal, sin que lo ideal suene a utopía o romanticismo.

Independiente de quien gane las elecciones el mundo seguirá girando, de igual forma, seguiremos pensando que la solución es la anarquía y el caos. Que el principal problema de este país es la burocracia, la corrupción, el narcotráfico, la guerrilla, la derecha, la izquierda, el centro, pero, nunca, jamás pasará por nuestra cabeza que el problema somos nosotros mismos. Es hora de tomar ese último punto bien en serio y mirar hacia dentro, hacia nosotros mismos como problema y solución.

Para terminar quiero citar a Juan Carlos Monedero, dejar lo profundo y real de cada palabra  como un ejercicio mental que nos lleve al reconocimiento de muchas cosas que no nos dejan avanzar: “los pueblos que pueden la inercia social para mejorar sus situación tienen la sensación de controlar más la situación que aquellos que están a la defensiva intentando conservar su estatus”.

                                                                                                                        

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