Aquí ya nos acostumbramos a tantas y tantas cosas, que lo que llegue a pasar con este no tendría nada de raro. Solo espera uno que el desfalco al erario no sea tan grande y la ciudad o, este grupo 500 mil individuos sin Dios, ley ni sentido de unidad, se hunda en una crisis fiscal profunda que frene su desarrollo.
Por: José David Pacheco Martínez
Por qué tendrían que
interesarme a mí las fórmulas a través de las cuales se pueden medir los
indicadores de gestión y ejecución de un servidor público, si hay otra, mucha
más gente sin la más remota idea de la existencia de tales fórmulas ni interés
por aprenderlas. Estas son situaciones que les competen a los organismos de
control estatal, que obran bien o mal según su conveniencia en algunos casos,
se aleja de mi capacidad de decisión y acción, definitivamente, yo estoy fuera
de todo este proceso de control y vigilancia.
Quién sabe cuántas
metas de las expuestas en su Plan de Gobierno ha cumplido este alcalde y
cumplió el anterior, eso también es algo que se sale de mi resorte. No me he
tomado el trabajo de ver cuál es el concepto de ciudad que plasmó el mandatario
en ese documento, menos me tomaré el de mirar sus reportes de ejecución e ir
comparando con lo propuesto al inicio del periodo. Aquí a nadie le interesa
eso, a fin de cuentas, no recibo beneficio alguno de la administración, tampoco
voté por ellos, así que eso en nada me afecta. Eso no es conmigo.
La forma como un
alcalde, gobernador o cualquiera que ocupe un cargo de elección popular
proceda, es absolutamente asunto suyo. Aquí ya nos acostumbramos a tantas y
tantas cosas, que lo que llegue a pasar con este no tendría nada de raro. Solo
espera uno que el desfalco al erario no sea tan grande y la ciudad o, este
grupo 500 mil individuos sin Dios, ley ni sentido de unidad, se hunda en una
crisis fiscal profunda que frene su desarrollo.
Santa Marta está
creciendo. Poco a poco florece, se levanta lentamente del letargo en el que ha
estado sumida estos casi 500 años: donde uno mete el ojo, hay una construcción.
Este proceso de expansión y urbanización es una prueba irrefutable de que vamos
por buen camino. El capital privado hace lo que no hace el Estado. Qué importa
si este mandatario local es bueno o malo.
Tampoco importa que ese
crecimiento desenfrenado gracias al poco control que el distrito tiene frente a
los proyectos urbanísticos, que además de no estar dentro en un Plan de
Ordenamiento Territorial, viola temas de espacio público, irrespeta las zonas de amortización de playas y está
ilegalmente por encima de un status quos que impide construcciones en cerros
tutelares y demás zonas de reserva natural. Ese crecimiento desenfrenado y sin control
impacta negativamente el suministro del agua y es responsable directo del
colapso del alcantarillado. Esos problemas están a años luz de afectarme y no
me importan mientras se mantengan así de distantes.
Pensar un ciudad mejor,
es un ejercicio del cual ya he renunciado. La situación no está tan mal y
podría ser peor, cambiar el rumbo de una ciudad es una tarea difícil que le
dejo a otros. Tengo suficiente con mis problemas, al fin de cuentas por qué
tendría que dar explicaciones, quién
podría cuestionarme por mi actitud, si el samario es así: apático a los
procesos sociales, indiferente las movilizaciones políticas y de cualquier otra
índole. El samario es la personificación misma de la despreocupación y el
desinterés.
Más de uno se siente identificado con estos 7 parráfos... una realidad!
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