viernes, 6 de junio de 2014

Los nuevos barones electorales del Magdalena son del Atlántico


El departamento del Magdalena no fue ajeno a esa dinámica nacional de alianzas y pactos con grupos insurgentes para seguir ostentando una silla en el Congreso. 
Foto tomada de: http://i.ytimg.com/vi/eJhEfuqcxbI/0.jpg



En las elecciones al Senado y Cámara de 1998, Miguel Amín, Arturo Char y Eduardo Pulgar, atlanticenses todos, no obtuvieron votos; en las parlamentarias del pasado 9 de marzo, los tres candidatos lograron 27.227, 19.465 y 18.765 sufragios respectivamente, siendo las votaciones más altas del departamento del Magdalena.

Por: José David Pacheco Martínez

De aquellos debates de control político que hacía el desaparecido José Ignacio Vives en el Congreso y, que pusieron contra las cuerdas muchas veces a altos funcionarios del Estado, como el exministro de Agricultura Enrique Peñalosa y al mismo presidente Carlos Lleras Restrepo, solo queda un recuerdo leve que, fue condenado al olvido con su muerte en 2007.
La representatividad del departamento nunca había sido tan mala ni la honra de los parlamentarios tan cuestionada como  hoy. Y eso se nota en las calles, en las conversaciones, en el ambiente y sobre todo, en las urnas, representada en una abstención constante del 50% y ahora, votando en favor de candidatos de otros departamentos. 
César Serpa, columnista y hombre cercano a los procesos políticos del departamento, es enfático en afirmar que “nuestra situación política actual es fruto del fracaso rotundo de un sistema electoral mediocre y amañado, que ha tocado fondo, lo cual vemos claramente reflejado en la nueva composición del Congreso, el cual ratificó y reafirmó los mismos poderes corruptos, politiqueros y mafiosos tradicionales”
Según datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil, en las elecciones parlamentarias de 1998, fueron 281.750 magdalenenses los que cumplieron su cita con la democracia y eligieron a cuatro senadores nacidos y hechos políticamente en la región.  Fueron ellos: Enrique Rafael Caballero Aduén, quien gracias a una coalición obtuvo 54.418 votos,  Luis Eduardo Vives Lacouture (33.512 votos) y Miguel Pinedo Vidal (22.783 votos) quienes fueron avalados por el Partido Liberal y Micael Segundo Cotes Mejía (29.331votos) avalado por el Partido Conservador.
El resto de candidatos que llegaron a pescar sufragios en el Magdalena, sumaron menos de 7 mil votos, como: Gabriel Acosta Bendek, Mario Varón Olarte, Carlos Espinosa Facilolince, Efraín Cepeda, el hoy ministro de Minas y Energía, Amílcar Acosta Medina o, el conocido ‘Hombre Marlboro’, Samuel Santander  Lopesierra, extraditado a Estados Unidos por contrabando y narcotráfico.
El tiempo, alianzas equivocadas y el devenir de la política llevarían a Caballero Aduén, Vives Lacouture y Pinedo Vidal a enfrentar procesos judiciales que los podrían tras las rejas y acabarían con su carrera política. El Magdalena no fue ajeno a esa dinámica nacional, que dejó mal parado al Congreso en pleno y, hasta cierto punto, deslegitimó al cuerpo colegiado.

2002, el principio del fin

Para las elecciones siguientes, que se realizaron el día 16 de noviembre de 2002, la votación pasó de 281.750  a 305.828, lo que representó un aumento de casi 25.000 votos. Así, como cambió la votación y el nombre de los parlamentarios, cambiaron los partidos de los viejos conocidos. En esta oportunidad, se eligieron con esos votos, cinco senadores, de los cuales dos repitieron: Luis  Vives Lacouture, quien fue inscrito por el Movimiento de Integración Popular y obtuvo 47.794 votos, aumentando en casi 15 mil votos en comparación con las legislativas de 1998, y Miguel Pinedo, avalado por el Movimiento de Renovación Acción Laboral quien pasó de 22.783 a 14.723 sufragios, lo que significó una disminución considerable en su caudal electoral.
Las otras tres sillas en el parlamento las obtuvieron Salomón de Jesús Saade Abdala, del Partido Liberal, quien con 49.728 votos, fue el que más avales ciudadanos, Flor Modesta Gnecco Arregoces, se presentó como candidata de una coalición y por quien  votaron 36.246 personas, y finalmente Dieb Nicolás Maloof Cuse, del Partido Liberal  y por quien votaron 40.134 sufragantes.
Junto con ellos, y manteniendo la dinámica de los comicios anteriores, volvieron a figurar personajes como: Acosta Bendek, Varón Olarte y Efraín Cepeda Saravia, quien logró duplicar sus votos en el departamento, pasando de 3.780 a 6.965.  Aparecen controvertidos personajes como Álvaro Araújo Castro, quien negó hasta que la Fiscalía lo venció en juicio sus nexos con Rodrigo Tovar Pupo, conocido en las Autodefensas Unidas de Colombia como ‘Jorge 40’, además de eso, María Consuelo Araújo, hermana del entonces Senador, presionada por la prensa, tuvo que renunciar al cargo de Ministra de Relaciones Exteriores. 
La llegada de  Maloof Cuse, Araújo Castro y Vicente Blel Saad al escenario electoral del departamento, supone, como lo demostró tiempo después la Fiscalía General de la Nación, el ingreso del poder y la influencia paramilitar en toda la región. Y, supone también, la unión entre este grupo ilegal y la clase dirigente magdalenense, para seguir estando en el Congreso.
En ese sentido, Edimer Latorre, sociólogo y doctorando en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas, sostiene que los  grandes barones electorales de aquel entonces “afincaban su fuerza en la zona rural del departamento  y en una política tradicional, cooptada por la corrupción y la alter legalidad”, a renglón seguido explica que “en parte eso se sostiene, pero a menor escala, los políticos le apuntan a la Cámara de Representantes, dados los altos costos de una elección al senado, de ahí que el panorama para la pasada campaña al Senado estuvo prácticamente descongestionado en el departamento del Magdalena”, dándole paso a otras figuras.

2006, la campaña que hundió la política magdalenense

Las elecciones del año 2006 fueron el principio del fin de la representación magdalenense en el Senado. Luis Vives Lacouture, quien fuese días previos a la jornada electoral, expulsado del recién aparecido Partido de la Unidad Nacional, por sospechar de sus nexos con grupos ilegales, terminó en la lista de Convergencia Ciudadana. El caudal de sufragantes de Vives aumentó nuevamente, esta vez llegó al cuerpo colegiado con 58.000 votos.
Luis Eduardo Vives fue condenado a  siete años de prisión y pagar una sanción económica de mil millones de pesos.  La Corte después de una exhaustiva investigación, que incluyó pruebas con polígrafo,  halló méritos suficientes para declararlo culpable por el delito de concierto para promover grupos armados, debido a las reuniones que siendo senador sostuvo con Hernán Giraldo Serna, cabecilla del Frente Resistencia Tayrona que operaba en Santa Marta y las estribaciones de la Sierra Nevada. 
Otro de los que aseguró su permanencia en el Congreso fue Miguel Pinedo Vidal, de los escasos 15 mil votos de la campaña anterior, pasó a 22.188. En esta oportunidad, iba incluido en la lista del partido Cambio Radical. Pinedo fue condenado a 90 meses de prisión por haber recibido ayudas  electorales por parte de Giraldo Serna, lo que a la postre le significó seguir ocupando una curul.
También le alcanzó para repetir a Dieb Maloof, quien a pesar de haber obtenido 35 mil votos menos en el Magdalena con relación al 2002, superó el umbral y fue uno de los dos parlamentarios que lograría Colombia Viva. Los votos que antes eran de Maloof, fueron endosados a Jorge Castro Pacheco, hermano de César Augusto Castro Pacheco, desmovilizad del Bloque Norte de las AUC y, a quien se le atribuye un sin número de delitos relacionados con el despojo de tierras en la zona de influencia del grupo armado ilegal, donde se concentró la votación de su hermano y se firmaron los acuerdos entre políticos e insurgentes. 
“Esta situación se empeora, porque además de la influencia de los chorros de dinero muchas veces proveniente del Estado, se suma el desprestigio de una clase dirigente indolente y conchuda que no ha hecho nada de peso por su región y para colmo se ha aliado con delincuentes y paramilitares de todos los pelambres para poder garantizar su elección” Argumenta Cerpa, y,  así logró demostrarlo en juicio la Fiscalía, al encarcelar a un sinnúmero de ‘servidores públicos’, desde presidentes de juntas de acción comunal hasta senadores, por poner entidades estatales al servicio de una organización al margen de la ley.
También fue este el periodo donde empezaron a emerger nuevas figuras de la política regional, con un alto potencial de votación, entre ellos: Álvaro Ashton, José David Name y Arturo Char, quienes con el tiempo fueron ganando espacio en las preferencias electorales del Magdalena.

2010, una apuesta por la renovación política fallida

El 2010 llegó y en el ambiente había una sensación de libertad para el elector, ya que quienes ejercían presión en épocas electorales, habían en teoría abandonando esas prácticas y además, estaban presos en una cárcel en los Estados Unidos. La libertad también fue para quienes quisieron conquistar votos a falta de candidatos propios, para quienes llegarían a tapar el hueco enorme que dejó la clase dirigente magdalenense en la política nacional.
En esta campaña, dos hombres de la tierra obtuvieron una curul: Manuel Julián Mazenet, expulsado del Partido de la U y, aceptado por el tristemente célebre Partido de Integración Nacional. Por Mazenet votaron 59.048 personas. Poco tiempo después de haberse posesionado, fue inhabilitado por 12 años, porque la Procuraduría lo vinculó a irregularidades que se cometieron en la Gobernación del Magdalena con la compra de unos kits escolares, mientras se desempeñaba como Secretario Departamental de Educación.
Y, el último magdalenense que estuvo en el Senado fue Fuad Rapag, del Partido de la Unidad Nacional y quien obtuvo 39.541 votos. A Rapag lo condenaron a nueve años de prisión por suscribir alianzas con los bloques paramilitares que estaban al mando de ‘Carlos Tijeras’ y ‘Jorge 40’, para dar el gran salto de la Cámara de Representantes al Senado de la República.
Raúl Vives Lacouture, decidió lanzarse al ruedo, para probar la tesis con la que su hermano trató de justificar ante la Fiscalía el incremento progresivo de su caudal electoral, quiso demostrar que los votos que llevaron cuatro veces al congreso a Luis Eduardo Vives, se debían a la trascendencia e historia política de su familia, pero, los 22.327 que obtuvo, 17.875 de ellos en el departamento, no le alcanzaron para llegar, esto, significó la entrada en coma de la política magdalenense, que moriría definitivamente el 9 de marzo de 2014.
Los electores que dejaron libres Pinedo Vidal, Saade Abdala, Gneco Arregoces, Vives Lacouture, Caballero Aduén, entre otros que han salido por la puerta de atrás de la política colombiana, fueron cautivados por dirigentes con un alto grado de credibilidad y probada capacidad de gestión, como: Álvaro Ashton, quien ese año obtuvo 7.127, convirtiéndose en el senador liberal con más votos en el Magdalena en esa oportunidad. Caso similar al de José Name, quien duplicó su votación del 2006, consiguiendo 12.474 sufragios.

2014, la consagración de los nuevos barones electorales

Para las recientes elecciones del 9 de marzo, de todos los magdalenenses que aspiraban a llegar al congreso con la votación del departamento, solo Raúl Vives tenía ‘opción’, basadas en la historia política de su familia, más que en una realidad tangible y que se pudiera traducir en votos, sus números se mantuvieron iguales a los de su primer revés político, obtuvo 18.879. Este resultado, habla claramente de la poca confianza que la clase dirigente local inspira a los electores.
Mientras los políticos departamentales terminaban de deslegitimarse y perder el poquito de caudal electoral que les quedaba, personajes que siempre han estado dentro de opción de voto, lograron consolidarse por fin como lo grandes barones electorales del Magdalena, el senador de la U, Miguel Amín, quien fue el más votado, recibiendo el apoyo de 27.227 personas, en 12 años incrementó en 27 veces su votación, en relación a la primera vez que apareció en las urnas del Magdalena su nombre, sacando 1.604 votos en 2002.
Según el periódico local Opinión Caribe, la enorme votación de Amín, es atribuible a las gestiones que siendo Representante a la Cámara por el Atlántico hizo para el Magdalena, la cifra asciende a los 47 mil millones, dinero repartido en los municipios de El Banco, Nueva Granada, Pivijay, Remolino, Pueblo Viejo, El Retén y Ciénaga.
El segundo más votado fue  Arturo Char, hijo del empresario y político atlanticense Fuad Char, quien se adjudicó para sí 19.465 de los electores que dejaron libres los otrora dueños de la política departamental y, quien heredó los votos de su padre. Además de eso, su familia empieza a incursionar en el sector inmobiliario en la Santa Marta, ciudad donde se concentró su fortín político.
Otros de los que hicieron del departamento uno de sus fortines electorales fueron los también parlamentarios de la Unidad Nacional: Eduardo Pulgar Daza con 18.765  y José David Mane Cardozo con 16.159 sufragios. En el caso de Name Cardozo, figura como gestor de 900 millones de pesos para adecuación de vías en el municipio de El Piñón.
El tiempo transcurrido de 1998, cuando consiguió 3.780 sufragios, hasta 2014 Efraín Cepeda logró aumentar cuatro veces sus electores, recibiendo 12.197 avales ciudadanos.
Mientras unos terminan de quemarse, como en el caso de la familia Vives, o, Pinedo, quienes han intentado de todas formas volver a la arena política y no lo han conseguido, otros entraron en escena y se quedaron con el papel protagónico que antes ostentara la dirigencia departamental, se convirtieron en los nuevos ‘barones’ electorales del Magdalena.
"Existe una nostalgia paramilitar en el departamento del Magdalena y en los políticos tradicionales, que perdieron paulatinamente poder e influencia en los votantes. Lo cierto es que el departamento del magdalena sigue atrapado en ese accionar tradicional del paramilitarismo, que hoy se ha fragmentado en las Bacrim que azotan al departamento, y, que denotan alianzas de negocios ilegales y presencia en municipios donde el estado es débil y existe un contexto que favorece la ilegalidad”, puntualiza Latorre Iglesias.

Este trabajo hace parte del programa Tras la Pista de los Dineros Públicos II del Pnud y Consejo de Redacción.